Quiero reconocerte con todos mis sentidos:
Embriagarme con el olor de tu piel,
perderme en aromas que sólo tu esencia emana.
Observar tu cuerpo dormido e irlo encendiendo con la mirada,
buscar, escudriñar, sin querer conseguir nada
sólo por el placer de la exploración,
Desvelar marcas que me enloquezcan.
Tocarlas, con mis dedos, con mis otros sentidos,
con mi alma.
Dejar mis huellas sobre tus huellas y suspender el tiempo,
beber un trago de eternidad contigo.
Percibirte sin verte, sentirte con cada capa de mi piel.
Saborearte,
desde tus costumbres hasta tu perfume.
Mis labios y tu cuerpo,
mis dientes y tus labios
tus dientes y mi cuello.
Pecado, pecado, eres una delicia.
Oírte respirar, decir mi nombre, gemir
palabras que traspasan los límites del tiempo, del cuerpo, de Dios.
Experiencia religiosa.
Con pasión dionisíaca
y el amor propio de Eros
(ese amor-pasión que puede ser castillo y dragón)
quiero encarnarte:
Sí, hacerme carne contigo,
Cuerpo, alma y espíritu.
