jueves, septiembre 25, 2014

Sueño febril 2

Caminaba por una calle que parecía ser de Santa Mónica, buscando una farmacia abierta. Era tarde, estaba oscuro. Encuentro una farmacia a medio cerrar y pregunto desesperadamente por Atamel; “no hay”,  me dicen. Veo pasar lo que creo es un metrobús (todo se trastoca en lo onírico) y corro hasta la parada, a pesar del dolor en las rodillas. El metrobús no para pero abre la puerta y cuando subo me doy cuenta de que es un autobús tipo ejecutivo, “conducido” por un bebé y que realmente está fumigando la calle a través del tubo de escape. Intento detenerlo porque es peligroso y casi choco con un carrito pequeño.

En el carrito pequeño va mi amiga Nao con otra chica muy guapa, llegan de una reunión (están todas arregladas) y les pido que me lleven a mi casa. Necesito acostarme. La chica guapa no sabe cómo llegar y mi amiga le explica. Cuando vamos a agarrar la autopista, encontramos una alcabala, entonces la chica guapa me pide recoger todo lo que las involucre con el partido porque le pueden allanar el carro. Yo empiezo a meter revistas de cocina y revistas de arreglos florales en mi bolso. Nao me dice que parezco más estudiante que ellas.

Pasamos la alcabala y hablamos, vemos una segunda alcabala y antes de llegar mi amiga empieza a decir “Cochinones feos, cochinones feos, feos cochinones” y el guardia nos toca el vidrio. Me pregunta, con el ceño fruncido, “¿Quiénes son los cochinones feos?” (la queja silenciosa se hace grito en sueños)  y yo le respondo “Los perniles que vimos en el supermercado. No están buenos” y él nos deja ir.



Así sueña uno al país cuando tiene fiebre.



Carl Spitzweg-  El poeta pobre

domingo, septiembre 07, 2014

Esta es mi derrota

Pienso: no sirvo
y siento como se apodera el fracaso.

Yo
que nunca he publicado,
que doy “clase de literatura”,
“escritura creativa”
                   con miedo.
Yo que no me he graduado.

Yo
que soy una farsa
que tiene miedo a mostrarse,
que no escribe nada
que es nadie sin ser Odiseo
que lo que más quiere es ser Odiseo
y viajar, ganar una guerra, tener quien espere.

Yo
que tejo y destejo mis palabras
(en mi cabeza, jamás en la hoja)
que tengo un maldito nudo en la garganta
y demasiada sangre,
demasiada sed de mundo,
demasiadas lágrimas.

Yo
que saboreo el fracaso

de lo que no he terminado.