lunes, noviembre 24, 2008

Before| After| Now

Only happy when it rains

La antigua sensación del horror al vacío, perenne inseguridad e interrogante
¿Tendré que dejarte ir envuelto en una capa de falacias, o tendré que decirte lo que siento (lo que pienso) y mandarlo todo al demonio, hasta a nosotros mismos?
¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
Mi cuerpo tiembla cuando se acerca tu presencia; es un recorrido escalofriante el que hace la adrenalina, los nervios; la aceleración que crece en mi pecho me roba una sonrisa, altera mis sentidos. La vida es una montaña rusa, la siguiente vuelta puede terminar en picada.
¿Qué digo? ¿Qué digo? ¿Apoyarte ciegamente, sacrificándome en silencio por algo qué no sé si podrá llenarte, o ser egoísta, atrevida?
Vueltas, vueltas, vueltas…De nuevo tiemblo y empieza a llover.
Tengo deseos de verte, de abrazarte ¡Está condenada lluvia sólo me hace anhelar tu presencia, aumenta los deseos!
Deje las frases adornadas en el congelador. Esto es real, sea verdad o mentira, es real e implica que terminará doliendo. ¿Estás dispuesto a arriesgarte?
Prometo cuidarte, prometo estar allí…algunas veces se me hace difícil cumplir a mis promesas. Sigue lloviendo y no dejo de imaginar la magnitud de un beso apasionado bajo la lluvia, entre tus brazos.
Realidad, realidad… La lluvia me envuelve en fantasías pero hoy ejerció el efecto contrario…
Quiero verte… ¿Dónde estás? Ven y abrázame, bésame, cumple con mis fantasías, que yo me encargaré de hacer realidad las tuyas.

A Stroke Of Luck
Una sonrisa que me hizo pedazos, un abrazo que estremeció hasta la última célula de mi cuerpo. Los mejores 15,10 o 5 minutos (lo importante es que no duró lo suficiente) de un día que estuvo a punto de no suceder.
Mi mirada clavada en sus labios, mi cerebro pensando: ganas versus lo políticamente correcto. Algunas veces pienso que le divierte verme así: hundida en sus brazos, con el cartelito que grita ¡Bésame ahora! y con el temor de que cuando lo haga no sepa responder. La caricia de sus dedos por mi piel, el roce entre su mejilla y la mía. ¿Tiene que durar tan poco? ¿Por qué tenemos que movernos y romper con el encanto del momento?
Él sabe a dónde llevarme, sabe como rodearme de detalles, me regala soplos de vida con su sola presencia ¿realmente es tan importante? ¿esto es real o sólo producto de mi imaginación?
Lo que se supone que debí decirle lo olvide por completo. Podemos hablar de cualquier cosa y por más que quise mencionar el tema “importante”, no lo hice. Quería que el abrazo durase eternamente, quedarme allí sin importar que el mundo se nos viniera encima.
Quise besarlo, aún quiero hacerlo, pero mis inseguridades e interrogantes, frenaron los deseos. Sólo por el momento, sólo por el momento.

I think i'm paranoid
No sé quedarme callada, no sé disimular. Las frases adornadas están en el congelador y lo endemoniadamente real que soy se quedo fuera, al descubierto.
No puedo pasar un minuto de mi vida sin preguntarme algo, cualquier cosa. Cedo a mis impulsos curiosos y abro la boca para arruinarlo todo. ¡Cerebro tonto que no sabes callar, dedos que no saben detenerse en lo que debería ser punto y final!
Paranoica, complicada, empedernidamente romántica… ¿te suena familiar? Así soy yo y no tengo mucha paciencia para soportarme. ¿La tienes tú?
I think I'm paranoid
I think I'm paranoid
Bend me break me
Anyway you need me
All I want is you
Mil disculpas, tiendo a ser experta en arruinarlo todo, en auto sabotearme la existencia. Bonito día para no dejar de pensar en ti….

NOTA ACLARATORIA: No regrets
Todo lo escrito en este blog es ficción, es decir, mentira. Son "historias" que escribe un alter ego de un personaje corpóreo que desea la mayoría de las veces no ser tan corpóreo. Algunos referentes son tomados de esa realidad pero no implica que todo lo que se escriba deba ser considerado como palabra sacra...¿o sí?

martes, noviembre 18, 2008

Manifiesto de mi absurdo

¡Basta! Basta ya de pensar en ti, de extrañarte, de sentir cualquier cosa por ti. ¡Basta! La invasión que lleva tu nombre agobia mis pensamientos, altera mi corazón.


No quiero llenar con música el vacío, no quiero dormir a ver si al despertar ya me he olvidado de todo. No quiero cometer los mismos errores que en el pasado cometí. Tampoco quiero disimular, ni mucho menos aparentar algo que no soy. Me niego a seguir un proceso absurdo de negación.


El asunto con el reconocimiento es que no importa que tanto admitas las cosas si nunca puedes salir de ellas. Quiero solucionar el conflicto que me han impuesto las hormonas, la falta de atención, la sonrisa, el abrazo, el gesto silencioso de alguien que se parece a mí. ¡No me interesa si pienso demasiado, me importa que padezco, que siento en demasía! Quizás eso de pensar haga que mi padecer, que mi sentir, se intensifique.


Estoy harta de la telenovela, de las malas interpretaciones, de buscar señales o signos donde no los hay, de querer tomar tu mano e imaginar su desplazamiento por mi ser, por mi cuerpo, por mi alma. ¿Cuál es el desespero por obtener un placer físico y espiritual que nunca antes había necesitado? ¿Por qué buscar distracciones cuando mi vida ya está llena de ellas? ¿Qué acaso no es suficiente con lo que pensé alguna vez que me enriquecía? ¿Dónde está escrito que tenías que gustarme así? ¿Cuándo empezó a sucederme esto?


¡Basta! ¡YA NO POR FAVOR! Cuando sonríes demasiado, cuando estás absolutamente feliz, sólo significa que alguien vendrá a darte un puñetazo y te borrará la sonrisa. Significa que a la larga vas a sufrir como un inocente condenado a la muerte, como un suicida condenado a la vida.


No quiero, no quiero, no quiero: volver a pasar por lo mismo, no quiero. Es preferible vivir sin una historia, quizás hasta sea mejor pasar por una sequía de ideas, de sensaciones; para mí todo termina en sufrimiento, en malestar, en culpa, en desamor. Las emociones humanas, no importa cuáles sean, siempre terminan doliendo.


Quiero dejar de tomar decisiones apresuradas, de sentir impulsos y dejarme llevar por ellos. Quiero inspirarme en otras personas y dejar de colocarme en cada minúscula partícula del puto texto. ¡BASTA! Quiero que el apocalipsis llegue, esconderme en una gaveta y despertar siendo una sonrisa de payaso dibujada en una hoja de papel.

domingo, noviembre 02, 2008

Jota

No soy la chica que usa tacones de diseñador (ni ninguna especie de tacones), tampoco la que se pone una mini falda y sale a bailar los fines de semana (en efecto, no sé bailar). No soy de las que maneja un automóvil último modelo (no tengo carro) y se conecta al Facebook para hablar del outfit del profesor de Teoría. No soy quién describes, a quién le escribes, quién te inspira. Entonces ¿por qué escribirte yo a ti? ¿Por qué empezar ‘esto’ (que al principio tenía intención de historia y ahora parece carta) describiendo a la chica que soy y que asumo que no te mueve un ápice ni te despierta nada? Porque creo que fui yo, sí, fui yo quien obtuvo lo que alguna vez pensaste que habías desterrado, botado, desechado...

Jota decidió dejar de leer, arrugó la hoja de papel y desechó las palabras de la chica enamoradiza, lanzándolas a una papelera, mientras deseaba borrar de su mente lo que acababa de leer. Ella no tenía razón, simplemente no podía tenerla.

Desde el otro lado de la habitación estaba su mejor fotografía observándole. Los ojos retratados y colgados en la pared escudriñaban sus acciones y Jota lo sabía, podía sentir el escalofrío que recorría su espalda al ser observado por esos ojos. Se sintió violado, pero fue incapaz de levantarse y descolgar el cuadro, destruirlo: después de todo esa era su mejor fotografía.

Los ojos de la chica no tenían una belleza resaltante, de esas que abruptamente te dejan sin palabras. No, sus ojos eran normales; su mirada ni destacaba entre otras miradas, pero ella tenía algo, quizás demasiada normalidad. Sus ojos emanaban algo, ella: la chica estándar, asustadiza, algunas veces atrevida, con ese comportamiento de aquellos que están condenados y aún sienten que tienen algo que perder. Esos ojos lo miraban desde el otro lado de la habitación, con una sombra que denotaba la mezcla de rabia y tristeza, frustración y melancolía, una vez ella dijo: Muchas veces para mí no hay diferencia: enojo, soledad, tristeza, todo es igual, todo duele, siempre duele…

La chica corriente que se empeñaba en ser diferente, en considerarse freak. Esa chica que choco con el gran artista (sí, ARTISTA: fotógrafo, escritor, músico, diseñador, actor, director: ARTISTA) y que en el encuentro se perdió en sus ojos. La chica normal/anormal que no pudo evitar admirar el templo que representaba ese cuerpo. Un abrazo sería el acontecer de un milagro, un beso la aproximación a la comunión con la divinidad, una noche de sexo/amor sería una experiencia religiosa realizada.

Y él, Jota: el gran artista, el talento hecho carne, el afamado por muchos, el que pide perdón antes que permiso, el que con su música le exige a la estrellas, él, Jota, había dejado que esa loca extraña se metiera en su vida: amaneciera con su camisa puesta, tomará café en su taza y le tomará una foto mientras dormía. Y todo parecía surreal: desde el “¡enséñame a tomar fotos! Tengo muchas ganas de aprender cosas nuevas…Nunca he tenido una relación y creo que soy muy torpe para eso de las citas ¡Si hasta frustre mi primer beso!...Sólo será practica y nada más... Baudelaire decía "embriagaos;embriagaos sin cesar.De vino, de poesía o de virtud, como queráis", hasta aquella vez cuando dijo que podían emborracharse de caricias con un tono pícaro y hasta seductor. Todo su discurso acerca de la vida, la muerte y el amor, hasta esa hoja de papel que ahora descansaba en la basura. TODO.

El día que estuvieron en el parque la Estancia fue distinto. Ella estaba risueña, con la sonrisa tonta bailándole en la cara y él sabía que era su culpa, podía otorgarse a sí mismo ese merito. Estaban disfrutando el día, mientras él capturaba la vida (para la chica la no-vida, que no es lo mismo que muerte) de unos palos secos; ella leía un libro de Ortega & Gasset (Estudios sobre el amor) y él reía, como siempre lo hace, pero tenía el temor de que su risa se transformará en la misma sonrisa tonta de la chica y que ésta (la risa/sonrisa) danzara en su rostro y luego saliese disparada hacia el cielo. Un miedo tonto, ahora que Jota lo pensaba. Ese día casi sucede, un poco más y cede a la tentación: ella se atravesó en una toma, en medio de la fotografía, solo para agotarle la paciencia y Jota descubrió en su mirada (la condenada mirada) el cartelito que decía “¡Bésame! ¡Bésame ahora, antes de que me arrepienta!”, pero él no lo hizo, sólo se flexiono sobre ella y la miró fijamente, luego de estar un minuto atrapada entre la grama y el cuerpo de Jota, la mirada de la chica paso de grito desesperado a una mezcla de rabia y tristeza, de frustración y melancolía, y, en ese momento, Jota disparo su cámara, capturando el momento, tomando la foto, su mejor foto.

Luego estuvo el día en Plaza, al anochecer, cuando estaba nublado y hablaban sobre Europa. Él en medio de su hiperactividad, tarareaba canciones mientras ella estaba acostada sobre un cuaderno intentado divisar alguna estrella en medio de las nubes. Jota se levantaba, se sentaba, bailaba y hablaba, todo al mismo tiempo. Después empezó a caminarle por encima y a ella le molesto, amenazó con golpearlo en su parte más débil si seguía y él recordó el episodio en la Estancia (cuando ella quería obstinarlo) y lo siguió haciendo… Pero también recordó la foto, la mirada que gritaba bésame y que luego había cambiado, el momento de debilidad, la provocación de la tentación y ahora todo ese flash back le despertaba la curiosidad… Jota volvió a colocarse sobre ella, flexionado, mirándola fijamente, esperando que el cartelito se dibujara en su cara, aunque luego no estaba seguro de lo que haría. Ella, la chica extraña, le agarró el cabello, el cartelito poco a poco fue apareciendo y en cuestiones de segundo Jota rozaba sus labios con los de ella, sentía la suavidad del rostro, la humedad en los labios, el corazón zumbando y la comunión con la divinidad estaba siendo tomada. Un par de noches después, quizás de años o de meses (aunque Jota sabía con precisión cuanto tiempo había transcurrido), ella se había levantado con la camisa de él cubriendo el pueril cuerpo y había tomado de su taza de café mientras le tomaba una foto al chico dormido. La exacta experiencia religiosa. El momento mítico, orgásmico.

Ahora estaba la hoja que no quería leer, el último fragmento de lo que fue, palabras que llegaron tarde… y la foto, su mejor foto.

La chica extrañamente normal y cautivantemente loca había decidido enviarle una historia al chico, un presente para agradecer, sí, ella, que había abandonado la existencia con la excusa de no poder más, de estar cansada de la agonía y de la pesadumbre y de las responsabilidades y del dolor, porque amarlo tanto le dolía. La última carta o historia (ni ella sabría discernir que era) se trataba del amor, pero no el de ellos, sino un amor tan extraño como el que ellos padecieron, pero aquel amor del que hablaba si tenía final feliz. También se dejaba una disculpa: ella había sido feliz, completamente feliz, se había emborrachado de caricias, de besos dulces y de locura, tenía el corazón/alma de un chico que había sido su maestro y le había enseñado todo lo que ella quería aprender. La sonrisa tonta le duró mucho tiempo. ¡Chica tonta! Jota la amó, como ama el arte y quizás ese fue su pecado. ‘No puedo decir que bajé al infierno por tu amor pero muchas veces persiguiéndote allí me encontré de pronto’. Nos veremos en el último círculo Jota, recuerda que hay flores en el Hades. Jota sabía que esos versos estarían escritos en esa hoja y mientras se embriagaba de vino, un ruido estrepitoso quebrantaba el silencio: un cuadro caía de la pared al otro lado de la habitación y muchos vidrios resquebrajados dejaban ver unos ojos alegremente tristes, una mirada eternamente presente pero cuyo referente ya no era real y eso… lastimaba.