martes, enero 11, 2011

CT 2011















No tengo palabras y mi garganta se estrecha,
desnuda, despojada de armas, camino a oscuras;
sin palabras mis sentidos se empobrecen
El cielo azul se queda sin adjetivos,
mis ojos son cegados por su belleza
y mi boca pasmada por no saber describir


Tus manos se sienten como…
¿seda? ¿terciopelo? ¿el roce de una nube? 
¿toque de un ángel?
Por mi piel corren impulsos eléctricos que van
 desde tus dedos hasta mis adentros
y un sutil temblor me invade
Quiero hacerte ver y saber cómo me haces sentir
pero tus caricias no aceptan metáforas


Las flores explotan en colores
y por las montañas se escuchan sus gritos de nacimiento
Un árbol sonríe directamente al sol
y un lagarto se baña con sus divinos rayos
¿Divinos? Calificativo que usa mi mortal lengua
¿Tengo derecho a hacerlo?


Si los dioses sintieran tu cuerpo, dormido a mi lado,
como yo lo siento,
sabrían que el peor castigo para mí
sería que me quitarán este momento:
Nuestra huida del mundo bajo un techo de madera

Tus besos, mi sentimentalidad y el abrazo conmovedor,
Infinito, como para habitar en tu alma
El reloj que no se detiene y yo quiero 
patearle el culo al tiempo


Las luces de la iglesia y los bailes tradicionales
Hay magia desapercibida posada en una esquina
Y mis palabras –esto- se sienten como una serpiente
                        Mordiéndose la cola-lacola

Cada viaje es una experiencia honda de conocimiento
O reafirmación
Yo hablo de montañas, magia y quizás de nuestra poesía,
Quizás tú disfrutas más el silencio

Me escondo lentamente,
con la retina plasmada de imágenes,
cierro los ojos con la cara sobre tus rodillas
Los edificios se acercan.

La poesía y la historia

A ustedes, con descaro y sin conocerlos

Palabras duras, llenas de amor,
pero dichas con rudeza
Palabras dulces, para ti hay palabras
Palabras que no saben decir nada,
o simplemente,
no dicen lo suficiente-

Él es el árbol que crece,
Pino con barba larga que roza con viento favorable
Ella, un árbol de cerezo, con sus flores color rosa
Flores que caen a los pies del pino,
Dándole una belleza particular.

Las raíces se tocan debajo de la tierra,
Entrelazadas para la eternidad.

Él podría llamarse Manuel y ella Hanni
Ambos en una playa o en un restaurant,
Él con su vaso de whiskey y ella con su dosis de sol,
Momento atemporal, suspendido por la muerte.
Hablando sobre libros y del mar.

Manuel Caballero y Hanni Ossott. Noviembre 2002, Banco del Libro, Caracas.
Foto de Patricia Van Dalen, ubicada en el grupo  "Hanni Ossott, poeta" en Facebook