sábado, junio 15, 2013

Fragmento: Palabras

Me alimentas de palabras, de gestos y miradas, de libros ¡Me has dado tanto! Yo te he dado mucho y te he dicho mucho y entonces me quedo sin palabras, enmudezco y se me engarrotan las manos. Los bolsillos vacíos y otra vez el no sé qué que quiero decirte…Que te amo, chico, que eres todo para mí y que el sonido de tu risa podría ser mi despertador pero entonces dormiría porque me querría unir pronto al coro de risas, porque duermo demasiado y hago poco.

Palabras que ya no salen porque se sienten desgastadas, porque otros lo han dicho mejor y más bonito, porque lloro cuando las digo o las escribo en un vagón de metro y me da vergüenza, así como me da vergüenza comprarte flores porque las flores son efímeras y yo no quiero que lo nuestro sea efímero, además a las chicas les van mejor las flores, y ¿sabes? quiero abolir el tiempo, que todos los días especiales de cada mes sean el primer mes y que nos falte todo por recorrer , que nuestros cuerpos se reconozcan en cada encuentro y que se sienta el nerviosismo de perder el pudor porque eso pasa, eso todavía pasa.

Mis palabras, chamito, suenan repetitivas: el “para siempre”, el “morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres”, el “nunca dejaré de amarte”, el “te necesito”, entonces siento que no tengo más nada pana, que no se me ocurre nada y que no tengo plata, que los platos me salen mal y que ya no sé cómo sorprenderte y a veces todo suena a crisis y me dan ganas de llorar.

Son estas cosas, estas palabras, que me torturan y me enorgullecen (a veces, solo a veces), son las promesas que me da miedo no cumplir, son los nombres que se quedan chiquitos cuando tu estás, esas cosas que por tu presencia brillan y en tu ausencia se apagan… Son estas cosas que a uno lo enloquecen y ya ves, terminas vomitando todo de sopetón, que si el miedo, la crisis, la locura…todo a ver si logramos entender que es contigo, que es por ti y por mí que no se renuncia, que hay llanto y drama y vida y alegría y un montón de cosas por las que vale la pena no escaparse, que hay ciudades que gritaran nuestros nombres en días de lluvia porque las tendremos en la piel, que a veces está bien querer ser Massianni…




o pretender ser  Kandinsky trabajando con paint.