jueves, julio 30, 2009

Desvarío entreverado

Quizás es un poco de ira lo que se esconde tras estas líneas, más bien diría que es algo de ansiedad mezclado con nostalgia, un poco de ganas de destruir el mundo y empezar a million miles away, no lo sé, quizás es un poco de todo ligado con nada.

Si tuviera que acabar con todo, traer un apoteósico apocalipsis, creo que empezaría derrumbando iglesias (sí, lo sé, destruiría obras arquitectónicas muy hermosas), lo haría porque todo el meollo de la destrucción se trata de culpar a alguien y las instituciones son lo primero que se me viene a la mente: arrivederci basílica de San Pedro, adieu Catedral de Notre-Dame, hasta nunca Iglesia de San Martín de Tours ¡púdranse tú y tu ausencia divina! … Empiezo con las iglesias porque me molesta que Dios haya abandonado el edificio, que oremos y supliquemos a la imagen del que, al parecer, no esta, y que sea tan difícil desprendernos de su (in)existencia. Creo que ya mencione la frustración en la lista de ingredientes, creo que culpo a quien no puedo demandar porque siempre tengo que tener a alguien a quién culpar.

Lo que me molesta de esta noche es que siento que no puedo hacer nada para cambiar una situación, siento que falto a mi promesa nunca expresada de “no permitir que (l@) hieran”… Es terrible pensar que el mundo se te escabulle entre los dedos y es horrible sentir las lágrimas en la garganta con el solo pensamiento de que alguien que amas ya se haya marchado cuando despiertes en la mañana. Es un poco complicado esto de ser humano. Es ira, remordimiento, culpa, sueños, amor, sentimientos ajenos adquiridos con el tiempo, ya dije que era complicado esto de ser humano.

Quizás esta sensación medio amarga solo sea porque pienso en lo efímero que puede ser todo, quizás por el condenado pensamiento que me regalo una carretera recta en un taxi con una mala canción de salsa puesta: De los sueños se despierta. Quizás por miedo, inseguridad, paranoia, inmadurez o tonterías, quizás porque nunca te despides correctamente o porque nunca dices “te quiero” lo suficiente. No lo sé.

Quiero que todo este bien, cierro los ojos y es lo único que puedo repetir una y otra vez: quiero que todo este bien, quiero que todo este bien. Es rogarle al universo que siga sonriendo para mí (para nosotros) y que el olor de nuestras vidas siga siendo tolerable, oliendo a Kakao, a días lluviosos, a mar, a lo que queramos que huela.

Son sentimientos, sueños, adquiridos y ajenos, ya no soy solo yo, porque todo lo que sientes parece pasar por mis venas (empatía probablemente incorrecta). ¿Tendré razón?

I'll show you a god who falls asleep on the job
The time has come to make things right
You and I must fight to survive


Buenas noches, los quiero a todos. Gracias Dios por permitirme respirar otro día más (un día en el que sí quiero hacerlo).

jueves, julio 16, 2009

Confesiones de 1/2 noche

No te sueño de otra manera, no necesito cerrar los ojos e imaginar que eres diferente.


En el mapa de tus ojos marrones puedo hallarme, el reflejo en ellos me engrandece. Cada una de tus formas de mirar despierta algo en mí: una mirada divertida dibuja una sonrisa, la mirada de niñit@ despierta una mirada de ternura, una mirada de ternura de tu parte hace que me resguarde en tus brazos- buscando salvación-, una mirada lasciva estimula el deseo, la mirada vergonzosa puede hacerme sonreír – nerviosamente, alegremente-.


Todo en mí responde a tus gestos, todo lo que venga de ti causa resonancia. No busco simetría ni caos, la perfección es algo que no conoceré jamás; me agradan los claroscuros y saber que una línea es “recta” porque conozco una línea “torcida”.


Tu sonrisa tiene la tendencia a iluminarlo todo, escucharte reír hace que mi cerebro piense que todo marcha bien, verte sonreír hace que mis ojos (mi mirada) también sonrían.


Hay algo en tus labios, una especie de halo de gracia que los envuelve: la sensación de que con un simple roce puedo hacerme inmortal, de que con un beso puedo morir y volver a nacer en ellos. Tus labios son de la forma y del color de la provocación y el verbo que sale de ellos enloquece, tienta, es casi perfecto, humano y divino al mismo tiempo (di siempre palabras dulces para que no te sepan amargas al tragártelas).


La forma en que tus colmillos se hincan en mi cuello y la forma en que se siente tu piel al contacto de mis dedos causa un efecto delirante.


Es ese color mármoleamente blanco de tu cuello y su modo de enrojecerse cuando tiene contacto con mis mordiscos educados (mis besos), con los no tan educados y con mis manos recorriéndolo, dibujando figuras sin formas, el que despierta estas letras. Es el lunar del lado izquierdo que grita por ser rozado por mis labios, el espasmo de tu cuerpo cuando cede a mis caricias, el lóbulo de tu oreja y la suavidad de tu cabello, la forma en que muerdes tus labios…es esa experiencia inexplicable, innombrable.


Tus manos se amoldan a mi cuerpo, saben transitarlo, reconocerlo. Tus brazos son mi lugar a salvo, me protegen y en tu pecho puedo dormir, soñar, volver a despertar y siempre sonreír.


No eres diferente en mis sueños ni te imagino de otra manera, puedo tener cierta certeza de que la perfección se parece a esos hermosos amaneceres en medio de las montañas, a dormir bajo las estrellas, a una canción que marca tu vida; puedo tener cierta certeza de que la perfección se parece a un beso de buenos días y unas panquecas en algún lado.