Ir al cine se ha vuelto una
actividad cara, no obstante, se hace lo que se puede para vivir un par de vidas
en una semana (libros, tv, cine, teatro). Hace poco fui a uno de mis cines
favoritos –la ausencia de multitudes es lo que me agrada– a apoyar el cine
nacional, es decir, vi “Bolívar, el hombre de las dificultades”. En principio
no estaba muy convencida con la idea de pagar por ver a Roque Valero actuar,
sin embargo, negarme a la posibilidad de conocer otra versión de Bolívar iría
contra mi curiosidad (una aferrada manía).
Así que aquí estoy, entrando a
ver una película que seguramente saldré criticando porque le tengo ojeriza al
actor protagonista y porque sé de sus vicios antes de conocerla. (SPOILER)
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Foto de: Ola Bolivariana, AVN, Villa del Cine |
Primera sorpresa: la película
se basa en un solo año de la vida del Libertador (¡Bien!). Segunda sorpresa: Bolívar
pretende volarse los sesos (¡Bravo!). Tercera sorpresa: Bolívar es sólo hombre
de discurso y él lo sabe (sí, para mí es una sorpresa que se acepte). Cuarta: ver
a Juvel Vielma y Daniel Rodriguez Cegarra actuando juntos por tercera vez ♥
(recordé “Siempre nada” en el Rajatabla). Claro está, no todo fue genial y
maravilloso, es una película con un guión algo redondo (se agradece) pero que
abusa de planos novelescos (sentía que en algún momento iba a ver las marcas
donde se paran los artistas), situaciones que pudieron trabajarse mejor (el
asunto con la hermana, por ejemplo) y algunas emociones fingidas (es una
lástima teniendo a actores como Vielma o Alifa).
Reconozco en el “hombre de las
dificultades” aspectos importantes como el manejo del discurso del personaje
principal, personajes bien construidos (excepto el polaco), algunos toques de
humor –siempre que no estuviesen en desacorde con la época– y uno que otro
escenario que podría aplaudirse. Sin embargo, la película está contagiada por
los vicios bolivarianos: Bolívar es un santo que sacrificó todo para liberarnos
(gracias por eso, Guzmán Blanco); la muerte y las conspiraciones acechan al General
y él es incapaz de fallar un tiro porque es Súper Simón Bolívar, que lo
resuelve todo a través del diálogo y la batalla. (Ajá)
Me agrada la idea de rescatar
ligeramente la megalomanía de Simoncito, su gusto por las mujeres (debo
reconocer que no sabía de Pepita Machado), su capacidad de labia y su creencia
por “la igualdad” (recordé los encartes de Últimas Noticias que traían la
correspondencia entre Robinson y Bolívar). No me terminó de convencer la
actuación de Valero –algo falta, no sé qué es– y considero que las escenas de
acción pudieron ser menos deplorables (parecían estar jugando a las espaditas,
les sale maratón de Piratas del Caribe).
En fin, no es una película excelente, no sé si realmente respeta o no
los hechos históricos (me considero una ignorante en el tema) pero al menos muestra
una faceta más humana (su pobreza, locura, ego, labia) de aquel mito que nos
venden desde la escuela. ¿Qué se pudo ahondar más en ese hombre que vimos
levemente? ¡Pues claro! A mí me gustaría saber más del que se quiso suicidar,
del que echaron sin sus cosas del país “que libertó”, del que huyó, pero bien
sabemos que eso es imposible, nadie querrá desmontar el mito y si lo hace, en
este país no podremos verlo.