miércoles, marzo 03, 2010

Cansancio


Estoy cansada, es eso, tengo cansancio de mí.

Nunca he estado completamente bien, no soy enteramente feliz, porque estoy consciente de que la felicidad como un todo no existe y disfruto las dosis que me tocan día a día. Pero hay días en los que estoy bien, en los que no rebosa el vaso de la tristeza y puedo sonreír abiertamente, sin sentir que le miento al mundo.

Últimamente no he podido hacerlo, el vaso está lleno de frustración, de pocas ganas de seguir, de sensaciones mal atravesadas como que estoy perdiendo el tiempo, que estoy viviendo como no es, que no llegaré a ningún lado. Y la salida fácil brilla en las sombras: el gran cataclismo, desaparecer.

No es sencillo afrontarlo, siempre me he preguntado cómo un suceso puede ser tan valiente y tan cobarde a la vez, cómo puede causar dolor y al mismo tiempo ser tan “liberador”, pero aún así me falta el coraje. Hay días en los que siento que me alimento de utopías, que eso de querer ser escritor, ser bueno en tu trabajo, con tu pareja, con tu familia, con tus amigos, simplemente son utopías: proyectos irrealizables. Entonces todo empieza de nuevo: no me alimento de utopías sino de sueños, de proyectos que se harán realidad, que dejaran de ser proyectos. Y el ciclo continúa… pero ¿hasta cuándo?

Está semana mis defectos se han hecho más intolerables; quiero dejar de llorar y sentir que un nudo en la garganta me asfixia, quiero dejar de quejarme, de arruinar la vida de otros con mis ruinas. No es justo, no puedo hacer una tormenta en un vaso de agua, pero no sé si esta agua es veneno o sólo una ilusión de la nada. Y estoy cansada, estoy cansada de perder, ya sea por mi falta de memoria, por mi poco talento, por mi incapacidad de cambio, estoy cansada de mí: de mis crisis, de mis pulsiones suicidas, de no poder luchar contra esas sensaciones.

Entonces vuelve a mi memoria, aquella tarde en el sofá: la única persona que parece aceptarme con todo (sobrepeso, acné, ira, celos, frustración y crisis + crisis), aferrándose a mi pecho, pidiendo que no me vaya, mientras el nudo en la garganta crece, las palabras quedan atoradas y la desagradable sensación que va naciendo es asesinada por un beso, por uno de esos que te dejan sin aire, que te hacen sentir como si estuvieras levantando vuelo. Y hoy me aferro a esa tarde, me aferro a sus ojos, a sus brazos, a su sonrisa, a sus palabras. No he dejado de pensar en el cataclismo, en sentir que puedo dar más, que ellos merecen más, pero necesito placebos para el alma, necesito más que manzanilla para el efecto de calma.

1 comentario:

  1. (abrazo) x lo mnos tu tienes tardes bonitas a las cuales aferrarte n,n disfrutatelas!

    ResponderEliminar

¡Hola! Gracias por leer y comentar, POR FAVOR DEJA TU NOMBRE O UN SEUDÓNIMO y no te reprimas: vive la libertad después de todo es una página en blanco.