Escribo para no
enloquecer.
Mis ojos observan
el escenario en busca de un acierto.
Tenso la cuerda
con la que amarro mi grito
para que éste
sepa que debe ahogarse,
para que entienda
que así se siente hoy
el pacifismo.
Escribo para no
enloquecer,
para darle a mi
arrechera otros adjetivos
a ver si así
disminuye;
la llamo
impotencia, frustración, molestia,
no quiero
denominarla “odio”
porque eso nos
separa a uno de los otros.
Quiero que mi
arrechera haga algo,
Quiero que suene, que retumbe,
quiero que sea el
rugido ensordecedor
de los desatendidos.
Que haga caer un
gobierno.
Mi arrechera
quiere dejar de ser un número,
una estadística
virtual,
un tweet o un
estado en Facebook.
Quiere ser el
impulso visceral que abre los ojos,
que abre la
puerta a la alegría y el dolor,
que todo entre y
todo salga
porque aquí hay
igualdad y pluralidad.
Escribo para no
enloquecer
pero
¿cómo hace uno
para organizar
esto que bulle
desde dentro?
¿Por qué será que siento lo mismo? Este pacifismo lo es solo de nombre. Lo triste es que no tenemos ni la más puta idea de qué carajos hacer que sea productivo, efectivo y necesario :( te quiero.
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