martes, mayo 25, 2010

La historia que no he escrito

En la historia que aún no he escrito existe una suicida: una chica que se enamoró de la idea de morir, mientras sus libros viven temporalmente en vidrieras de librerías, mientras sus palabras viven eternamente. En esa historia se desarrolla la tensión que se da entre la adolescencia perenne y la adultez sumergida, una chica que no quería crecer mientras el tiempo se la engullía. También hay conflictos familiares: la imposibilidad de perdonar el pasado y las cosas que se hacen o no se hacen a “su manera”. Allí están las palabras que ella nunca dijo, las que no escribió, las que dijo y no se escucharon, las que escribió y nadie leyó, las que escribió y viven en los recuerdos de algunos. 

En ese relato se encuentran las frustraciones académicas, el título certero y muchos días ‘inalcanzable’; el discurso profundo, el trivial, los halagos y las críticas. Se habla de los días en los que no había luz y las sombras en el techo; los encuentros con los amigos: el café –en su caso té- a media tarde, el alcohol improvisado que llegaba al anochecer, los viajes y las cenas pesadísimas cerca de la medianoche. Se expresa la rabia contenida porque siente falta de confianza por parte de los otros, porque odia tener que andar como un policía, interrogando, cuando ella habla hasta por los codos. Está la sensación de no saber llegarle a esa gente que tanto quiere porque ellos no se lo permiten, está la impotencia, la pérdida de poder. También es una historia de amor. 

La protagonista que desató pasiones y a través de la inocencia se ganó buenos corazones. La que se entregó con todo y sin reservas, gastando hasta la última célula por hacer sonreír. Aquella que con un detalle se sentía volando, que fue amada en cuerpo y alma y que ese hecho jamás lo vio venir. El primer, único y verdadero amor, su grandeza y todas las cosas que éste despierta: el maremoto de creatividad, la sensación de ser invencible, piernas que flaquean y la sonrisa divertida de quién ha hecho algo completamente placentero. Es la historia de una insegura y sus arranques, la paranoia, los celos, las ganas de salir corriendo porque no se es lo suficientemente buena. Y el supuesto final feliz. 

La historia que no he escrito habla de un principito –una princesita- tonto y asustado, que se deja tentar por la serpiente con la idea de llegar a un lugar en el que se sienta en casa. Es el cuento de alguien que le teme a la desmemoria y se siente condenado al olvido. Esa es la historia que no he escrito. 


Hace poco alguien me dijo que los suicidas no tienen perdón de Dios, yo le respondí que ellos simplemente dejaron de creer en él: un Dios que es vida y amor, no debería permitir que el sólo hecho de estar vivo duela tanto, perturbe tanto; que tú vida cueste un teléfono caro, 60bs.F que llevas en la cartera o una mirada “fea”. La historia que no he escrito es de una chica que vive, que tiene miedo de que un día la desesperanza y la desesperación le arrebaten la fe que tiene en la imaginación, en la locura, en la amistad y el amor.


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